Los efectos sociales y sanitarios de la pandemia, es el relato que en el último año da forma a gran parte del ideario político y económico que justifica: un modelo de producción, distribución y consumo basado en un mercado individualizado, donde los bienes y los servicios son físicos, financieros, digitales e ideológicos; y un discurso consciente, de importantes grupos de población, de la inevitable e imprescindible desigualdad, entre el norte y el sur global, para mantener el orden de las cosas.
Al relato político de la pandemia se le está dando un uso torticero por parte de los poderes económicos, incorporando a las relaciones laborales el miedo a una enfermedad desconocida. Hecho que facilita el aumento del control sobre los modos y modelos de trabajo.
La Covid19 es un potente instrumento que estás sirviendo para salvar al sistema del colapso político, económico y natural, que se inició con las respuestas ciudadanas a los abusos e injusticias que agudizó la crisis financiera del 2008. Los movimientos cívicos que hasta el año 2019 habían iniciado cambios estructurales en diversos países de América Latina o Europa fueron reprimidos con la dicotomía libertad o salud pública.
Un ejemplo paradigmático es Chile, el movimiento de octubre de 2019 forzó la redacción de una nueva constitución, pero los programas de confinamiento, como instrumento represivos han conseguido: por una parte la práctica desaparición de los lugares de encuentros ciudadanos, desde donde se ponían de manifiesto los abusos de las grandes corporaciones o de los poderes gubernamentales; y por otra, a través del miedo colectivo, la demanda de teletrabajo como respuesta al «síndrome de la cabaña» o la precariedad en el trabajo como única opción laboral.
El uso de las relaciones laborales de la pandemia ha facilitado la implementación de un nuevo modo de producción: individualizando el trabajo a través del distanciamiento de las instalaciones centrales, aumentando los horarios laborales y paralizando el movimiento sindical. Así mismo, está favoreciendo la construcción de mecanismos para una aceptación colectiva, de que un número elevado de personas, como consecuencia de la tecnificación de los medios de producción, se quedarán fuera del mercado laboral sin posibilidades de contratos estables o de larga duración.
En definitiva, la aparición de la pandemia Covid 19 ha propiciado unas nuevas relaciones sociales y económicas. Se puede afirmar que los modos de producción y la convivencia humana no volverán a ser como las conocidas hasta el año 2019; pero también se puede garantizar que las incógnitas están servidas: ¿dónde y cómo aparecerán los conflictos sociales que van a provocar estos cambios en los modos de producción? y ¿hasta cuándo soportará la tierra la crisis climática y el estrés ambiental de un modelo productivo insostenible?.