Expulsados y aborrecidos

-Dime, hombre, enigmático, ¿a quién amas tú más? ¿A tu padre, a tu   madre,  a tu hermana, a tu hermano.?
-Yo no tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Os servís de una palabra cuyo sentido desconozco hasta hoy.
-¿A tu patria?
-Ignoro bajo qué latitud está situada.
-¿La belleza?
-De buena gana la amaría, diosa e inmortal.
-¿El oro?
-Lo odio, como vosotros odiáis a Dios.
¿Pues qué es lo que amas, extraordinario extranjero?
-¡Amo las nubes. . ., las nubes que pasan… allá lejos… las maravillosas nubes!1

De Spleen de París Por Charles Baudelaire Traducción de Nydia Lamarque 1º edición, 1961, México, Editorial Aguilar.

UCRANIA: estética de las crisis humanitarias

Con la invasión de Ucrania por Rusia la sensibilidad de la sociedad occidental se ha visto perturbada por las grandes filas de refugiados huyendo de la guerra y de sus efectos. Miles de persona se veían obligadas a abandonar el país donde habían nacido o querían vivir.

Los medios de comunicación internacionales y las redes sociales se hacían altavoces (en gran medida por la intensa labor informativa del presidente ucraniano Volodímir Zelenski) de la catástrofe humanitaria que se estaba originando en Europa. Se mostraba en directo a grupos de niños y niñas con sus peluches y mascotas, dejando atrás sus hogares, escuelas y vida cotidiana. En ellos veíamos la estética de nuestros hijos.

UNICEF

En aquel momento se abrieron las casas de alemanes, polacos o españoles y los vehículos se pusieron en camino hacia las fronteras ucranianas, para sacar aquellas personas de una tragedia sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Los estados de la Unión Europea facilitaron la vivienda, la escolarización y la sanidad. La maquinaria administrativa agilizó cuantos trámites fueran necesarios para regularizar su situación legal. Todo funcionó desde el apoyo digno que cualquier sociedad civilizada debe ofrecer a los más desfavorecidos.

Por fin la conciencia colectiva, las organizaciones no gubernamentales y las acciones gubernamentales habían reaccionado unitariamente ante una urgencia humanitaria.

Todo ello se podía considerar como un inicio global de empatía y solidaridad de la sociedad, del primer mundo, con los desplazados de las guerras, hambrunas, pandemias o de los efectos devastadores del cambio climático.

Mas no ha sido así, los refugiados sirios libios o somalís, que llaman a las puertas de las fronteras de la Unión Europea, se les prohíbe desembarcar, se les devuelve en caliente (curioso eufemismo) o se les deja morir en el mar.

Sus hijos son distintos a los nuestros, perdieron hace demasiado tiempo su vida cotidiana y las regiones donde nacieron ya se las repartieron las organizaciones políticas, militares y las empresas transnacionales. 

Para la mayoría de los ciudadanos europeos son invisibles, para el procedimiento administrativo es un problema burocrático y para los estados europeos un peligro y un coste en fuerzas militares de contención, también llamadas de «pacificación».

Según van pasando los meses los ciudadanos y ciudadanas europeos van cambiando la solidaridad con el pueblo ucraniano por la caridad y ha incorporado la guerra a su acontecer diario. Todo ello dejó de ser un tema de conversación.

Los responsables políticos añaden a su relato la diversidad cultural, la proximidad geográfica a los centros de poder (Kiev está de Berlín a escasos 1400 km.) o las consecuencias para las democracias occidentales del crecimiento geopolítico de Rusia.

Los medios de comunicación consideran que las imágenes de las personas que viven en Jersón, Donetsk o Zaporiyia, los refugiados desperdigados por Europa o las negociaciones de paz, dejaron de ser noticias de portadas para sus periódicos y telediarios. 

La actualidad la marcan las negociaciones, entre los países de la Unión Europea, sobre la cantidad y el momento en que se debe enviar la ayuda militar, la buena sintonía de los aliados de la OTAN, o las diversas lecturas que se deben dar a las intervenciones públicas de Vladímir Putin,

Y para los tertulianos y analistas, el conflicto pone en riesgo la soberanía militar y económica de las democracias occidentales. Se responsabiliza a la «guerra de Putin» como causa principal de las crisis energética e inflacionista.

El sufrimiento de la población va desapareciendo del discurso público. Las personas que se quedaron en las ciudades y pueblos ucranianos y las que siguen llegando a las fronteras polacas o húngaras, empiezan a formar parte de los millones de desplazado que cayeron en el olvido. Pasan a ser incómodos, como los sirios, libios, somalís, malienses, palestinos, saharauis, rohingyas y otros tantos refugiados que no se parecen a nosotros pero sentimos compasión de ellos.

Aunque estén dentro de nuestro entorno geográfico, se vistan como nosotros y se parezcan sus hijos a los nuestros, la empatía y la solidaridad vuelve a ser un producto estético de los primeros momentos de la tragedia.

En definitiva, la guerra de Ucrania muestra que las estrategias de los servicios de inteligencia tienen unos buenos aliados, para justificar sus injerencias, en la percepción estética que tienen los habitantes de los países a los que representan y, cuando ya han intervenido, en la pérdida de actualidad mediática para poder defender, con mayor impunidad, los intereses de sus estados y de otras organizaciones económicas o militares. 

Los viajeros de Chile

«Los viajeros pobres son los emigrantes y los viajeros ricos son extranjeros», con estas palabras me mostraron, no hace mucho, la discriminación con la que se encuentran aquellos que por su procedencia, apariencia o escasez de dinero llegan a Chile

Haitianos, venezolanos, colombianos, peruanos, bolivianos, son los emigrantes; los otros son los extranjeros, aquellos que cuando son confinados a su llegada al país se les aloja en hoteles de casi cinco estrellas y se les ofrece la posibilidad de dejar una fianza para gastos extras.

Los que entran en la noche, mejor que se vayan o que les expulse. Para unos son manos endurecidas y rentables, para otros los que les quitan el trabajo por lo poco que cobran, y para todos los que comen y duermen en lugares pequeños y compartidos, «con lo peligrosos que es eso en los tiempos que vivimos».

Alguien se ha detenido a preguntarles: ¿por qué se fueron, dònde vivían, a quién dejaron? ¿qué hicieron con sus recuerdos, o cómo son sus paisajes?

Son los invisibles, y si se les ve son los de los ojos de miradas perdidas o los que, mientras limpiando veredas y retirando bolsas de excrementos de perros, mantienen largas conversaciones con alguien lejano.

Son los pobres en un mundo cada vez más desigual. Los más pobres de un Chile en donde los necesitados aumentan según van pasando los días, y en el que las caras de «fatiguita», como dicen en el sur de mi tierra, se ocultan con mascarillas.

Los desplazados climáticos: una respuesta inmediata

El cambio climático es junto con las guerras, las pandemias o las hambrunas una de las causas de los movimientos de población en el sur global. En el año 2019 los desplazamientos internos por los desastres naturales, provocado por los impactos del cambio climático, han sido 25 millones de personas (UNHCR-ACNUR).

Se prevé que en el año 2050 los efectos del cambio climático, en las regiones más deprimidas del planeta, van a obligar a emigrar a un número igual a la suma de los  movimientos de población provocados por las otras causas. Aproximadamente 400 millones de personas.

Este viaje ya ha comenzado y es imparable. El cambio y el conflicto social está servido, e ira aumentando exponencialmente, si los gobiernos nacionales e internacionales no dejan de lado los debates estériles de lo que supondrá estos medio o largo plazo.

Las acciones tienen que ser ya y las respuestas precisas y adecuadas a la necesidades de unas gentes sin posibilidades de subsistencia.

La marcha de los refugiados del clima hace varios años que la empezarón y no se pueden volver atrás, de donde vienen no queda nada.

Los que menos tienen van a reclaman la parte del pastel que les pertenece. Ese que diariamente se les muestra y al que de forma tan cruel no se les deja acceder.

La escasez les obliga a intentar llegar a las regiones ricas del planeta, aunque en el camino dejen su vida. ¿Hasta cuándo van a soportar este  peaje?

Cartas de una pandemia

Estimada amiga, que bueno saber de ti:

Autoría se la foto: El Mostrador 20/5/2020

Nosotros seguimos confinados, buen eufemismo de encerrados. Hoy llevamos 123 días de cuarentena. Ya sabes desde que llegamos de Madrid.

No sé como estarán las cosas por ahí, te recuerdo que estamos a once mil kilómetros y aunque estoy informado no sé cuánto hay de cierto y cuánto de silencio.

Aquí lo que realmente está sucediendo poco sé. La diferencia entre lo que se dice y lo que ocurre es demasiado grande.

Las únicas certezas que tengo son las transformaciones sociales que en pocos meses consiguió este pueblo.

Ya sabes que a partir de octubre con mi pequeña participación en la contingencia social —bonitos términos para crear ambigüedad— empecé a relacionarme con el otro Chile.

Mi percepción, como tantas veces te comenté, era de estar viviendo en uno de los países más avanzados de este continente, pero desde octubre ha cambiado radicalmente.

Ahora lo veo como uno de otros tantos países que andan perezosamente por las venas abiertas de América Latina.

Un país donde a las personas se les vendió en cómodas cuotas de felicidad la fantasía del conseguir: el coche, la casa, la calidad en salud o en la educación.

Todo estaba al alcance de sus manos si eran emprendedores, sumisos a sus empresas y tenían la suficiente valentía para endeudarse. El que no reunía dos de las tres condiciones era un fracasado.

Pero llegó octubre del 2019 y la gente dijo ¡basta! y exigieron una sanidad y una educación pública de calidad, viviendas dignas, una jornada laboral máxima de 42 horas y que el agua no tuviese propietarios. En definitiva una sociedad más justa y equitativa.

Este estallido social quedó paralizado con la llegada de la pandemia —mira que les gusta a los políticos y tertulianos esta palabra— a la crisis económica y social se sumó la crisis sanitaria.

Con ella y todo lo demás, evidentemente, emergió con mayor aspereza la verdadera cara de Chile:

Una sociedad que en pocos meses pasó de tener un 13% de la población en el umbral de la pobreza, o en pobreza extrema, a más de 17%.

Autoría de la foto: U. de los Andes 7/4/202

Con más del 80% de su clases medias (este grupo social es alrededor del 65 % del total de la población y su salario oscila entre los 500 y 1.000 euros) desvinculadas, o sea en paro, sin prestaciones por desempleo o con prestaciones ridículas y endeudados con créditos que han sustituido a otros créditos.

Y para indignarte un poquito más , unas cuantas familias han aumentan su riqueza a través del manejo de los fondos públicos, destinados a la emergencia social, y a través de las líneas de subvenciones destinadas a las grandes empresas.

Lo mismo que ocurrió en España en 2008, pero con la diferencia de que aquí la sanidad, la educación y otras muchas necesidades vitales tienen fines de lucro. En resumen: una sociedad al borde del colapso.

Imagino que te estarás preguntando, y ¿Qué hace el gobierno? ¿Qué medidas están tomando ante una situación tan crítica cómo ésta?

Tomarlas… las están tomado y son ingeniosas, por llamarlas de alguna manera, te comento dos de ellas que están destinadas a dar respuesta de emergencia a las necesidades de la mayoría de la población.

La primera, una ayuda los más desfavorecidos a través de una canasta de comida. (Esta mañana estaban pidiendo algunos alcaldes que incorporasen artículos de higiene personal), y un subsidio de 100 € por persona por tres meses. Esta medida está cubriendo las necesidades de no más allá del 60% de este colectivo.

Pero la más ingeniosa, y por qué no decirlo, la más cruel, es la llamada «medida para proteger y fortalecer a la clase media»; para ello han abierto una línea de créditos blandos cuyas cuotas de devolución están sujetas al crecimiento o decrecimiento diario del IPC. Estos préstamos se ofrecen para que estas personas puedan sobrevivir durante la pandemia.

O sea, para poder subsistir durante este tiempo se les ofrece sumar deuda a las que ya tienen y no pueden pagar.

En fin amiga, esta es una pequeña muestra de las medidas que está tomando el gobierno chileno. En la próxima carta te contaré algunas de las demandas reales y las respuestas que reciben de las instituciones, las personas más desfavorecidas que son más de las que yo pensaba.

Como te comentaba al principio, aquel Chile construido en mi imaginación, visto desde los grandes edificios financieros de Santiago y desde las casitas de sus barrios altos, era un espejismo.

Espero que más pronto que tarde los chilenos vuelvan a caminar por las grandes alamedas y se confinen los manipuladores y mentirosos.

Besos y abrazos, para cuando se puedan dar, para ti y los tuyos desde esta tierra que cada vez más siento correr por mis venas.

PD. Te seguiré escribiendo

 

Refugiados climáticos y el cambio social en los territorios frontera.

 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

REFUGIADOS CLIMÁTICOS Y EL CAMBIO SOCIAL
EN LOS TERRITORIOS FRONTERA

Jesús Rivillo Torres
Madrid, 2015

TESIS DOCTORAL

Refugiados climáticos y el cambio social en los «territorios frontera». Tesis Doctoral Jesús Rivillo

 

 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID 

REFUGIADOS CLIMÁTICOS Y EL CAMBIO SOCIAL

EN LOS TERRITORIOS FRONTERA   

Madrid, 2015

 TESIS

REFUGIADOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Los impactos del cambio climático hacen que, de las regiones y países más deprimidos del Planeta, millones de personas tengan que salir para poder sobrevivir.

Sus modos de vida se ve seriamente deteriorados al depender directamente de los recursos naturales.

Fenómenos meteorológicos extremos -sequías, inundaciones, altas temperaturas, etc.- provocados por el calentamiento global, hacen que su única posibilidad de de subsistencia sea la emigración.

Desplazamientos que en la mayoría de las ocasiones son hacia lugares donde, también, sus habitantes se encuentran en los límites de la pobreza.

Este DOCUMENTAL es una llamada a la conciencia y responsabilidad colectiva, de hombres y mujeres del mundo desarrollado,  de la necesidad de un cambio profundo en sus modelos de consumo para poder evitar estas emergencias humanitarias.

 

 

Nacionalismos catalán y español vs. nosotros

«Los hombres tienen la costumbre de gritar para no tener que escucharse unos a otros». Miguel de Unamuno.

Los nacionalistas catalanes gritando contra los «patriotas españoles», los nacionalistas españoles gritando contra los «patriotas catalanes» y, nosotros ¿contra quién gritamos?

Quizás sea un poco sordo o los gritos no me dejan escuchar ¿qué ha pasado con nosotros?: los extranjeros, refugiados, parados, pensionistas, mujeres maltratadas, los que reclamamos una sanidad y una educación pública de calidad, los desahuciados, los sintecho, los olvidados; en definitiva los actuales invisibles de las patrias.

¿Dónde están las demandas ajenas a las peleas por las patrias? ¿Alguno de ellos se pregunta qué pasa con nosotros? Con los que no estamos ahí, los que no las consideramos nuestras únicas contiendas.

Los que aún manteniendo unas opiniones ideológicas sobre los nacionalismos , nos sentimos en estos momentos olvidados.

Los que para los estados y la naciones del Sistema, siempre seremos «la carne del cañón de las crisis».

Los que queremos que nos devuelvan, los patriotas cuya riqueza creció mientras nuestra pobreza aumentó, lo que es nuestro.

Creo que los pueblos, pero todas sus gentes, tienen derecho a la autodeterminación, a construir un mundo de libertad, igualdad y respeto al diferente, pero con buenos compañeros de viaje, no todos son válidos.

Nosotros, «los olvidados», también tenemos derecho a que se nos escuche ahora, también ahora, sin la sordina de las peleas nacionalistas. Aunque sigan gritando para defender sus patrias.

 

 

 

 

 

 

 

 

Nacionalismo e internacionalismo

Los pueblos y las gentes sólo podremos ser considerados: si se respeta la libertad, desaparecen los muros y se preserva el derecho de los diferentes y las minorías.
Nacionalismo e internacionalismo son caras de la misma moneda dependiendo de la estrategias ideológicas que se planteen para el cambio social.
El internacionalismo como propuesta ideológica  no tiene que ver nada con la globalización como instrumento de dominación.
La simetría de ambos conceptos es romper con toda la linea argumentativa del internacionalismo como respuesta a los excesos y exigencias, que a través de la globalización, realiza el Sistema, tanto sobre las estructuras productivas como sobre los ecosistemas naturales y social.

Pau Casals: El cant dels ocells/El canto de los pajaros.